Ettore Bugatti, artista y diseñador de origen italiano fundo la marca de automóviles de prestigio por excelencia en Molsheim (Francia) en el año 1909. La firma conoció su esplendor durante las primeras décadas del siglo XX con bellos autos de gran lujo y extraordinarias prestaciones que le hicieron triunfar en las carreras. A partir del fallecimiento de Ettore en 1947, el estancamiento técnico y las dificultades económicas envolvieron a la fábrica de la familia Bugatti. Pierre Marco, asumió la dirección técnica de la fábrica y afronto la vuelta a la competición con un nuevo proyecto en memoria del «Patrón»: el Bugatti Tipo 251. Contrató a Gioachino Colombo proveniente de Maserati, para el diseño del 251. El proyecto era muy prometedor: un equilibrado chasis multitubular con motor central, de ocho cilindros en línea que provenía de la unión de dos motores Bugatti de 4 cilindros unidos en línea con cambio Porsche de 5 velocidades sincronizadas. Situado en posición transversal con los depósitos de combustible en los laterales configuraban una carrocería muy ancha. Un amplio radiador frontal y ruedas delanteras carenadas acababan de darle un aspecto diferente en todo a los bólidos usuales del momento. Pero Colombo se vio influenciado por Roland Bugatti, hijo del “patrón”, que presionó al ingeniero para que se mantuvieran antiguas soluciones tradicionales de Bugatti ya desfasadas. Finalmente el coche se puso en manos de Maurice Trintignant para pruebas en pista con vistas a disputar el G.P de Francia en Reims el 1 de Julio de 1.956. El piloto francés avisó de la falta de puesta a punto del motor y dificultades de estabilidad pero sin tiempo para corregir casi nada el coche fue inscrito en la carrera. Las clasificatorias acabaron con un decepcionante 17 puesto sobre 19 inscritos y la carrera fue algo parecido, rodando en la cola de un pelotón sin miramientos con el glorioso prestigio de Bugatti, hasta que la simple rotura del acelerador hizo retirarse al bravo Trintignat a media carrera. El coche volvió a fábrica y nunca corrió de nuevo. Bugatti entró en decadencia y poco tiempo después cerró sus puertas definitivamente. El último Bugatti de carreras, el Tipe 251 aún descansa hoy día en el museo Schlumpf de Molsheim como mudo testigo del final de una de las más grandes marcas del automovilismo mundial.