La British Racing Motor (BRM) nació con el objetivo de liderar la F-1 con un coche construido con materiales y tecnología británica, como reflejo de la poderosa industria automovilística del Reino Unido en la época. Su primer coche, el revolucionario BRM V16 con su sofisticado motor, no obtuvo el éxito esperado y tras la nuevas normas que imponían motores atmosféricos se vio relevado por el nuevo proyecto BRM P-25 más convencional, basado en un motor delantero de 2,5 litros 4 cilindros de diseño propio y chasis con algunas genialidades mecánicas, como su único disco de freno interno en la parte trasera de la transmisión. Mike Hawthorn, Ron Flockhart y Tony Brooks participaron con los primeros prototipos en el GP de Inglaterra de 1956 y a pesar de no acabar la carrera ninguno de ellos, el BRM P-25 impresionó por sus posibilidades. Pilotos como Jean Behra, Harry Schell e incluso Stirling Moss tuvieron momentos gloriosos con este magnífico bólido cuyo desarrollo se prolongó durante varias temporadas, llegando la primera victoria en 1959, GP de Bélgica, a manos del piloto sueco Joakim Bonier. Pero las cosas cambiaban deprisa en puertas de la nueva década de los 60. Las ideas de constructores ingleses como John Cooper y Colin Chapman (Lotus) aplicando el motor trasero en coches más livianos y eficaces supuso el declive de los grandes bólidos de motor delantero. El P-25 estuvo en activo hasta 1960 dejando paso a los siguientes desarrollos de la marca con la nueva configuración. Así los intentos por liderar la F1 darían fruto, consiguiendo BRM su primer título Mundial en 1962.